Para lograr alcanzar una buena salud e inteligencia emocional debemos comenzar a sentar las bases desde los primeros años de la infancia. Para ello, es fundamental que los padres conozcan cómo gestionar y controlar las emociones negativas en los niños.
En este post, te presentamos algunas de las claves para acompañar a los más pequeños durante su crecimiento y desarrollar su inteligencia emocional. ¡Comenzamos!
Conocer las emociones
Las emociones, tanto las positivas como las negativas, forman parte del ser humano y cada una de ellas cumple con una función concreta en nuestra vida. Para conseguir una buena gestión emocional, los niños deben experimentar ambos tipos de emociones, conocer sus reacciones y trabajar en ellas.
Las emociones como el miedo, la ira, la rabia o la angustia, aunque en algunas ocasiones nos puedan asustar y generen cierto malestar, también son emociones normales que los niños deben sentir y que deben aprender a gestionar.
En este sentido, es importante conocer hasta qué punto resulta normal la reacción ante una emoción o un evento, teniendo en cuenta y analizando cómo estas emociones afectan a su bienestar. En ocasiones, estas emociones pueden llegar a incapacitar y paralizar a los más pequeños y, debemos actuar para evitarlo.
Como padres, es fundamental reconocer la forma en la que dichas emociones negativas se exteriorizan puesto que, en la gran mayoría de las ocasiones, no solo se hace de forma verbal, también pueden manifestarse a través de su lenguaje corporal.
Ponemos un ejemplo representativo de este punto. Se trata de una situación en la que un niño debe realizar una presentación ante sus compañeros de clase. En esta situación puede experimentar algo de miedo y ansiedad, que puede verse reflejado en su lenguaje corporal. Puede comenzar a temblar, su voz puede cambiar o puede sentirse más inquieto, pero esto no es algo que le impida hacer su presentación. No obstante, estas emociones pueden volverse sumamente negativas, dicho miedo y ansiedad pueden impedir a un niño hacer su presentación por completo.
Teniendo esto en cuenta, es importante que aprendas a identificar en qué momento se vuelven negativas las emociones en los niños, conociendo las consecuencias que esto les provoca. Así, podrás ayudarle a gestionarlas y le ayudarás a enfrentarse a ellas.
Cómo gestionar emociones negativas en niños
A continuación, te damos algunas pautas que debes considerar para gestionar las emociones negativas en niños.
Conoce bien a tu hijo
Es fundamental que conozcas a tu hijo en profundidad y, para ello, debes observar cómo actúa y siente. Debes mostrar interés en él, puesto que de esta forma podrás detectar cuáles son aquellas emociones negativas que más le están limitando y dañando.
Enséñale a identificar bien sus emociones
Ayudarle a reconocer su estado emocional y a que sea consciente de sus emociones negativas. Este es un punto fundamental para lograr alcanzar una buena inteligencia emocional.
Enséñale a expresar sus emociones negativas
Cuando el niño ya sabe cómo reconocer sus emociones negativas, es fundamental que le enseñes también a que las exprese de la forma más asertiva posible.
Por poner un ejemplo, en caso de enfado puedes decirle que, en lugar de empezar a llorar, gritar sin parar o golpear, puede expresar su enfado de forma verbal. El niño debe aprender a decir cosas del estilo:
“Estoy enfadado porque tú me prometiste que me llevarías al parque a jugar y no me has llevado”, “estoy enfadado porque no me dejas ver la tele mientras comemos” o un sinfín de otras muchas otras situaciones.
Enséñale a partir del ejemplo
Es importante que tú como padre seas un buen ejemplo para el niño, ya que eres su guía y referente al que seguir. Si le estás enseñando cómo aprender a controlar sus emociones y a actuar en diferentes situaciones de forma más asertiva, será necesario que tú también sepas controlar tus emociones.
Ten en cuenta que, si les enseñas una forma de control y tú estás haciendo todo lo contrario dentro de tu vida cotidiana, por más que lo estés intentando, no pondrán en práctica lo enseñado hasta entonces. Por el contrario, si enseñas con el ejemplo, verás mucho más rápido el efecto positivo que tiene en tus hijos.
Trabajar desde la niñez en situaciones como, por ejemplo, la gestión del sentimiento de culpa, es fundamental para que en la etapa adolescente y adulta sean personas emocionalmente más maduras en muchos ámbitos de la vida, desarrollando una inteligencia emocional sólida que les permita relacionarse con los demás de una forma mucho más sana.
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