Uno de los pilares sobre los que descansa el éxito de una relación de pareja, y que se irá consolidando a lo largo de los años, es la confianza.
A veces no se especifican los límites que se ponen al otro, o los dos miembros no poseen los mismos valores, por lo que la confianza no es un concepto estático, sino que cambia a lo largo de la relación pudiéndose perder por diferentes razones, ya sean reales o imaginarias. En este caso vamos a ocuparnos de las razones reales, que pueden ser de dos tipos:
Por un hecho puntual, en el que uno de los miembros ha dejado de cumplir con algún acuerdo explícito o implícito; por ejemplo, tener una relación extramatrimonial, independientemente del tipo que esta sea. Esta es la razón más común por la que se busca intervención psicológica; y la buena noticia es que, si las dos partes lo desean, es posible reparar la pérdida de confianza siempre y cuando el que falló sea capaz de identificar el error cometido y tenga el deseo de repararlo. Así mismo, la parte afectada deberá ser lo suficientemente flexible y tolerante como para dar otra oportunidad, sin manipular la situación de forma aviesa y sin castigar indefinidamente al infractor. Por lo tanto, la honestidad por ambas partes es una condición necesaria para conseguir el fin último, que es, en definitiva, que la relación de pareja vuelva a funcionar satisfactoriamente.
En este caso, el proceso debería pasar por diferentes fases: Primero sería necesario asumir la responsabilidad por haber traicionado la confianza del otro. Después hay que pedir perdón de forma sincera, siendo conscientes del daño que se ha provocado al otro. A continuación escuchar las necesidades y peticiones que la pareja nos haga y que puedan llevar a que se sienta mejor, ayudándole también a desahogar su frustración. Y por último, llegar a un nuevo acuerdo o compromiso.
El segundo tipo de razones reales para perder la confianza sería por la acumulación de pequeños agravios o malos entendidos, que si bien cada uno por separado resultarían insignificantes, cuando se repiten en el día a día pueden llevar también a perderla.
En este caso, el que ha traicionado la confianza a veces ni siquiera lo sabe. Sería imprescindible que asumiese el dolor del otro reconociéndolo, dejándole expresarlo y permitiéndole ser escuchado.
Si se han producido malos entendidos hay que hablarlo para aclararlos uno por uno, viendo la interpretación que la pareja le dio a cada una de las situaciones, que no tiene por qué coincidir con la que le hubiésemos dado nosotros. Las personas somos distintas y cada una interpretamos un mismo episodio de mil modos diferentes, provocando en nosotros mismos reacciones y sentimientos dispares.
Finalmente, no se debería escatimar a la hora de recordar a la pareja lo mucho que nos importa, lo mucho que la amamos y lo que significa para nosotros. Esta reacción, que es el contrapunto a la indiferencia y el rechazo, es imprescindible para que se produzca un acercamiento pleno y sincero.
En general, lo deseable es actuar rápidamente para restaurar la confianza lo antes posible, minimizando así el daño causado.
Está claro que la confianza no se puede exigir, sino que se gana; tampoco se restituye de un día para otro, sino que es el tiempo el encargado de hacerlo poco a poco; y desde luego, no se construye con palabras, sino con hechos; y siempre a base de respeto y lealtad.
Begoña Viñuelas. Psicóloga.
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