Cada vez que sale en la prensa la publicación de un informe que evalúa y compara los resultados del sistema educativo de distintos países, tenemos que echarnos a temblar, porque de manera sistemática nos sitúan a la cola, no solo en cuanto a conocimientos, sino también a lo que se refiere a la implementación en el mundo laboral.
El último de estos, el informe ‘Panorama de la Educación 2014′ de la OCDE, presentado el pasado martes 9 de septiembre a nivel mundial y en el que han participado 44 países, al igual que en el informe del año pasado, la OCDE destaca que uno de cada cuatro jóvenes españoles de entre 15 y 29 años ni estudia ni trabaja (19%). Son los famosos “NINI”.
Lo primero que nos deberíamos preguntar es porqué en España se produce esa “apatía educacional/laboral” que nos sitúa con casi 1 de cada 5 jóvenes que no dedica ningún esfuerzo ni a formarse ni integrarse en el mundo laboral. ¿Qué hacen aparte de vegetar? ¿Se relacionan con otros jóvenes en su misma situación vivencial y unos con otros se retroalimentan? A su vez, ¿Se ven impulsados al aletargamiento intelectual, al “no esfuerzo por alcanzar metas”, favorecidos por la financiación de sus progenitores? ¿Por qué no es o no hacemos atractiva la salida de la formación profesional? “¿Por qué un mayor nivel educativo en nuestro país, que indudablemente se ha producido en los últimos 12 años, no ofrece los mismos beneficios ni en términos de empleabilidad ni de ventajas salariales como en otros países?”
En la actualidad, el panorama que se le abre a un joven que deja de estudiar es mucho más duro que el que se encontraron los que lo hicieron antes de la crisis, debido sobre todo a que estos últimos hallaban con facilidad un empleo en la construcción o derivados, generalmente bien remunerado pero en su mayoría no cualificado. Cuando irrumpió la crisis, ésta fue arrasando con todos esos trabajos que, al no ser cualificados, los que los ejercían han tenido menos posibilidad de reciclaje.
Otro factor que tradicionalmente se tomaba como causante de los males de nuestro sistema educativo era la ratio de alumnos. Pues bien, en la actualidad en nuestro país, y siempre según el informe mencionado, la ratio es de 9 alumnos por profesor, mientras que en la OCDE, la media es de 13.
Aunque parezca que este indicador supone cierta mejora, no es exactamente así, ya que en países como Corea y Finlandia, donde el número de estudiantes por aula es superior al de España, sus resultados en el famoso estudio PISA son muy superiores.
Es evidente que el mal no está en la ratio.
Para finalizar, y añadiendo una vuelta de tuerca más a este mundo de la educación, el informe afirma con expresiones ciertamente edulcoradas y haciendo auténticos alambiques con el lenguaje, que el salario del profesorado de secundaria en España es un 26 % superior al de la media de la UE y de la OCDE, circunstancia que “la nº dos” del Ministerio de Educación, Monserrat Gomendio, interpreta como que el problema no está en los salarios, sino que los buenos docentes no tienen incentivos ligados a los resultados de sus alumnos.
Muchos son los interrogantes y las interpretaciones que podemos hacer al respecto, pero el apremio de tiempo es cada vez mayor, porque estamos sentando las bases de las generaciones venideras y no son precisamente halagüeñas las perspectivas que apuntan.
Iñigo Estaún. Psicólogo.