La motivación es, indudablemente, el motor que empuja cualquier modo de aprendizaje. No podemos tener “ganas de hacer algo” si no esperamos que ese algo nos proporcione una satisfacción, ya sea por el objetivo que queremos alcanzar o por el reconocimiento externo del esfuerzo realizado.
Esto es aplicable a cualquier persona que inicie una tarea que requiera un esfuerzo continuado para conseguir un fin. Pero, ¿qué hacer cuando el objetivo es aprobar una asignatura de un curso y el sujeto en cuestión no encuentra la motivación necesaria e imprescindible para acometer tan ardua tarea? Pues, simplemente, ¡tenemos que crearla!
Inculcar valores como el esfuerzo, la continuidad, la curiosidad por descubrir y aprender cosas nuevas; así como desarrollar esa ambición cultural, no es el fruto de un momento puntual ni puede transmitirse únicamente por mensajes verbales de los padres o tutores, sino que requiere crear un ambiente en el que se refuerce y motive dicho aprendizaje.
Los “Cuándos”
Desde pequeños, los niños deben ser estimulados a través de los innumerables juegos didácticos que existen, siendo para ello necesaria la colaboración activa de los padres o de un adulto. No se puede entregar a un niño un juego de este tipo (un puzzle, por ejemplo) y decirle que lo haga solo. Debemos enseñarle a identificar aquellos detalles que le pueden ayudar a encontrar la pieza adecuada.
Esto no significa que únicamente tengamos que proporcionar al niño este tipo de juegos, también debe tener aquellos que socialmente necesita para no diferenciarse de sus iguales.
Los “Cómos”
El proceso del juego en el niño representa un momento interactivo muy importante, ya que es así como comienza a adquirir los valores que de mayor desarrollará y formará su manera de abordar los problemas de la vida. Si aprovechamos esos momentos de máxima receptividad por parte de ellos para empezar a inculcarles valores como el esfuerzo, la atención, el razonamiento, etc., estaremos sentando las bases para un futuro más prometedor.
Los “Quienes”
Lo ideal y más aconsejable es que en esta tarea se involucren ambos padres, ya que, además de reforzar de una manera sana el concepto de familia, conjugan dos maneras diferentes de abordar un mismo problema. El niño empieza a percibir que las cosas tienen distintos puntos de vista a la hora de enfocarlas y que no existe una solución única.
Pero esto, desgraciadamente, no es lo más habitual; ni siquiera lo es que uno de los progenitores dedique el tiempo suficiente a jugar con sus hijos de una manera didáctica.
Todavía no existe en España una cultura suficiente del juego didáctico con niños, por lo que dejamos al devenir de los días, y por tanto al azar, el desarrollo de estas capacidades.
Sí que es cada vez más frecuente que los padres valoren la necesidad de formación y se ponen rudimentarios cimientos para que esto ocurra; pero aún así, el índice de fracaso y abandono escolar es tremendamente alto en España.
Hace unos días, un informe de la OCDE aseguraba que España es el país de Occidente en el que más abandono escolar había y en el que la famosa generación “NINI” (jóvenes que NI estudian NI trabajan) estaba más asentada.
Mientras esto siga así, estaremos mutilando intelectualmente a generaciones enteras.
Iñigo Estaún. Psicólogo.