A finales de enero se presentaron los resultados de un estudio que realizó la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, sobre la “Percepción social de la violencia de género en la adolescencia y la juventud”. Entre las conclusiones que más llaman la atención, por lo que ello comporta, es la sorprendente aceptación, de 1 de cada 3 jóvenes españoles entre 15 y 29 años, de que “es normal controlar a tu pareja en sus horarios, relaciones con amigos o familia, estudios o trabajo. Incluso perciben como algo natural el decirle lo que puede y no puede hacer.
Sin poner en duda la fiabilidad del estudio, si en verdad un tercio de nuestra juventud lo ve de esta manera, es que algo estamos haciendo mal; muy mal, diría yo.
No es de recibo que una sociedad occidental como la nuestra, que transita por la senda del desarrollo, aunque sea en el furgón de cola de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, aun arrastre inercias de mitad del siglo pasado, donde los derechos entre hombres y mujeres estaban asimétricamente repartidos y donde, por ejemplo, para abrir una cuenta bancaria, era necesaria la firma del hombre de la casa.
Pueden ocurrir dos cosas: O que verdaderamente la educación que estamos trasmitiendo adolece de los principios elementales de igualdad entre hombres y mujeres o el problema está en el núcleo familiar, donde todavía los principios tradicionalmente machistas subyacen a la educación que se transmite.
Siendo como fuere, debemos reflexionar bastante; porque estas generaciones que empiezan a asomarse hoy al mundo serán las que en unos años, no muchos, representen a la sociedad española; y las que nos descabalguen definitivamente de las bondades de una sociedad avanzada, y por ende, incrustarnos en morales decimonónicas y profundamente injustas en lo relativo a los derechos y las libertades entre los hombres y las mujeres.
Otra conclusión que se desprende de dicho estudio es que más del 30 % de los jóvenes entre 15 y 29 años considera normal impedir a su pareja que vea a sus amigos o familia, e incluso, no permitirle que estudie o trabaje. Es más, el estudio también subraya que la percepción de las desigualdades de género es menor entre los jóvenes que entre el resto de la población. Así , aspectos como el salario, posibilidades de ascenso, oportunidad de encontrar un trabajo estable o el acceso a la educación, para uno de cada tres jóvenes las mujeres están en igualdad con los hombres, es decir, es mayor la proporción que en el total de la población.
Las mujeres por su parte, independientemente del grupo de edad a la que pertenezcan, rechazan la violencia de género en mayor porcentaje que el total de la población; aunque hay un matiz curioso que revela que las más jóvenes (68%) vuelven a ser menos críticas o más tolerantes con ciertos tipos de violencia, como es la violencia vinculada al control de la pareja, que el resto de la población femenina (71 %).
En el caso de los hombres de entre 15 y 29 años, el porcentaje de rechazo a controlar la vida de su pareja desciende a un 66%.
Debemos reflexionar sobre lo que indican estos datos y sacar conclusiones para adoptar las medidas que desde la más tierna infancia incidan en este problema y así poder atajarlo. Sería conveniente hacerlo a través de la planificación en la escuela; insertando en los planes de estudio programas adecuados, dirigidos por personas cualificadas, para inculcar unos valores que hagan cada vez más difícil que pensamientos como estos se den en nuestra sociedad.
Iñigo Estaún. Psicólogo.
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