Las personas enfermas actúan, en general, de una forma especial frente a su estado. Los psicólogos llamamos a esta actitud “conducta de enfermedad”.
La conducta de enfermedad repercute en la forma en que el enfermo controla su organismo, en cómo interpreta sus síntomas y los define; en cómo hace uso del sistema sanitario y en su manera de actuar en general.
Existe una gran variabilidad en la forma en que las personas reaccionan frente a la enfermedad, tanto la propia como la ajena; sin embargo, la manifestación de la conducta de enfermedad puede usarse para controlar las adversidades de la vida. También puede servir para manipular a otras personas: Familiares, compañeros de trabajo, amigos…
Se suele dar una asociación entre la aceptación de una enfermedad de tipo crónico y la manera en que se perciben beneficios de ella. Dentro de las alternativas que existen de comportamiento, la opción que elija dependerá de cuánto beneficio la persona cree poder obtener.
Así, la conducta de enfermedad puede convertirse en “patológica” en sí misma cuando es desproporcionada respecto al problema presente y cuando la persona persiste en su papel de enfermo.
Begoña Viñuelas. Psicóloga.