Que el estrés que padecemos los adultos es un elemento consustancial a las exigencias del mundo en el que vivimos, que altera nuestra vida cotidiana y que tenemos que aprender a manejarlo para que no ocasione males mayores, es algo de sobra conocido y poco a poco se va generalizando en nuestro entorno esta o aquella manera de combatirlo. Pero lo que no conocíamos hasta este momento era la influencia que podían tener esas situaciones estresantes en los niños, cuando se cronifican.
Según un estudio realizado por la Universidad de Florida, las experiencias estresantes por las que pasan los niños pueden repercutir negativamente en su salud.
Los resultados se obtuvieron de un estudio en el que se analizaron los datos de Encuesta Nacional de Salud en la Infancia (National Survey for child health) y que se realizo en Estados Unidos. En él se recogía información de 96.000 niños en relación al numero y tipo de experiencias estresantes a las que se habían expuesto, tales como: dificultades económicas, divorcio de los padres, violencia doméstica o exposición al abuso de drogas, entre otras.
Según reflejan los datos, el estudio concluía que aquellos niños que habían experimentado tres o más sucesos estresantes, eran seis veces más propensos a tener un trastorno mental, físico o del aprendizaje que aquellos que no habían pasado por ninguna experiencia traumática.
Ello se debe según apunta la coordinadora de la investigación, Melissa Bright, a que el estrés crónico generado por una exposición continua a acontecimientos adversos puede desencadenar cambios en los sistemas neuroendocrino e inmunológico del niño, lo cual traería como consecuencia una mala regulación de la respuesta al estrés, y por lo tanto, una baja tolerancia para hacer frente a la enfermedad, favoreciendo su aparición.
Los resultados de este estudio, tal y como señala su coordinadora, son preliminares; sin embargo, ponen de manifiesto la importancia de realizar una intervención temprana en los niños que se encuentran expuestos de forma continua a experiencias estresantes, con el objeto de reducir su impacto y minimizar los riesgos de engendrar un problema de salud a corto plazo.
Con algunos matices culturales, el estudio lo podemos extrapolar a nuestros niños, mereciendo una reflexión preliminar si nos encontramos ante problemáticas que generen estrés y poner cuanto antes los remedios oportunos.
Iñigo Estaún. Psicólogo.